Crisis del imperio

Durante el siglo XVII, Inglaterra se convirtió en la principal rival de España al predominar militarmente en los mares y al posicionarse en territorios marginales del control español. En ese enfrentamiento el Imperio español comenzó a debilitarse. Las constantes guerras condujeron a la pérdida económica y al endeudamiento. Las dificultades económicas afloraron incidieron en la decadencia imperial. El siglo XVIII fue un período de muchas ideas que se perfilaron hacia una época de cambios. A finales del siglo la Revolución francesa (antimonárquica), la Independencia norteamericana (anticolonial) y los inicios de la Revolución Industrial (modificación del proceso productivo) mostraron las rutas que tomarían los cambios. La invasión napoleónica a inicios del siglo XIX puso las banderillas al Imperio. En América, de los sueños de autonomía iniciales pronto se dio el giro hacia el afán independiente. En Guatemala, la crisis del añil, a partir de 1797, debido a las modificaciones reformistas, a una época de plagas y al interés por evadir el pago de los tributos, golpearon duramente la economía interna. El virreinato de Nueva España terminó por financiar a la administración guatemalteca. Las necesidades de dinero para el funcionamiento del Estado colonial fomentaron sus intervenciones económicas. En 1804, la Consolidación de los vales fue una medida que terminó por confiscar muchos de los bienes de la Iglesia Católica, especialmente, afectó su capital de préstamo, incidiendo negativamente en el crédito a la agricultura. Muchos pequeños propietarios y cofradías perdieron sus bienes. Al liberarse muchas tierras, los hacendados aumentaron las suyas. Esa descapitalización tuvo fuerte impacto en Guatemala y en El Salvador. En 1808 se suspendió la medida, pero en ese mismo año el rumbo de la crisis tomaría una trayectoria política determinante.

La Junta de Cádiz, 1810.