1978-1980 / De los cierres de espacio político a la guerra
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Abarcar territorio es la consigna
Las organizaciones guerrilleras buscaban conciliar el desarrollo militar con su inserción en la población. El EGP siguió ampliando su presencia territorial en Quiché, Alta Verapaz y la Costa Sur. En 1979 surgió públicamente la Organización del Pueblo en Armas (ORPA) en San Marcos y la boca costa. Las FAR aumentaron su presencia militar en Petén y Costa Sur. En el PGT el debate sobre integrarse a la guerra o mantener la actividad política dio como resultado su ruptura interna.
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Cortar por lo sano
El vicepresidente Francisco Villagrán Kramer y la DC no lograron motivar el diálogo. Diversos sectores formaron el Frente Democrático contra la Represión (FDCR). A inicios de 1979, fue asesinado Alberto Fuentes Mohr y poco después Manuel Colom Argueta, líderes de partidos socialdemócratas, neutralizando la posibilidad de que estos aglutinaran a la oposición. El EGP asesinó al general David Cancinos, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, acusado de ser el responsable. Tanto los miembros del Partido Socialista Democrático (PSD) como los del Frente Unido por la Revolución (FUR) se acercaron al movimiento popular y muchos salieron al exilio.
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Nuevos ánimos, nuevos acercamientos
El 19 de julio de 1979 el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua dio ánimos a la acción guerrillera y abrió una nueva coyuntura en la región centroamericana. Los conflictos en tres países se convirtieron en interés internacional, especialmente para el gobierno norteamericano que le perturbaba esta región muy cercana a sus fronteras y alimentaba la unión militar. En 1979, el PGT-Núcleo de Dirección, EGP y FAR coincidieron en crear una estructura de acuerdos tácticos. Al año siguiente se incorporó la ORPA.
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El hule se sigue tensando
En todo ese período no cesaban los asesinatos, las capturas y la desaparición de trabajadores, estudiantes, campesinos y religiosos. Restricciones al Código de Trabajo presionaban a los dirigentes del CNUS, CETE y Federación de Empleados Bancarios (FESEB). La guerrilla denunciaba el enriquecimiento personal a costa del Estado del grupo gubernamental, delimitando un enemigo específico. La DC insistía en la democratización, el PID se autoproclamaba centrista, el PR de centroizquierda. El ejército llamaba a la unidad a su alrededor, coincidiendo con ello el sector empresarial y el MLN.
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Contradictorio clímax de la lucha
La protesta se desplazó ahora al mundo campesino. En enero de 1980 una delegación de campesinos del Quiché se trasladó a la capital para denunciar los actos represivos del ejército en sus comunidades. Tras denuncias públicas sin éxito, se decidió presionar con la toma de la embajada de España, lo que terminó con un trágico saldo. El gobierno español rompió relaciones con el guatemalteco. En febrero una extensa huelga de trabajadores agrícolas de las fincas cañeras y algodoneras de la costa sur resultó en triunfo laboral, pero los nubarrones estaban encima.
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Ya solo existía la guerra
El inicio de la década presentaba un balance de aislamiento del gobierno y un auge de los movimientos guerrilleros en Centroamérica. El altiplano guatemalteco se había convertido en el espacio clave para la expansión guerrillera. El ejército llamaba a la unidad para garantizar el régimen y la guerrilla llamaba a sacar a Lucas del poder. El FDCR convocaba a la creación de un gobierno revolucionario, popular y democrático en abierto desafío. La guerra se había convertido en la clave del proceso político.
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El gobierno, enemigo de todos
El gobierno propuso un impuesto a la exportación del café, un paquete tributario y reformas monetarias que lo enfrentó al sector empresarial, a la prensa y a los partidos opositores. En el fondo existía la negativa a que se tocaran sus intereses pero también la desconfianza hacia el grupo gobernante, que abiertamente se enriquecía con los recursos del Estado. Además, señalaban que esos recursos se canalizarían al ejército y no a la vida económica. Paradójicamente guerrilla y empresarios coincidían. Para los empresarios se avecinaba el divorcio.