1995-1996 / Un final con poco aliento
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Todos en espera del ganador
Un congresista norteamericano acusó a un militar guatemalteco y al mismo tiempo se reveló que militares guatemaltecos colaboraban con la CIA. Poco después se cambiaba al ministro de la defensa. En el congreso se discutía sobre seguridad y una secretaría de inteligencia. El gobierno y el CACIF se enfrentaban por la política fiscal. Se firmaba el acuerdo sobre pueblos indígenas. La URNG hablaba de un frente común mientras el ejército sobre depredación de recursos y construcción de infraestructura, ambos previendo nuevas funciones. Sin embargo, las elecciones volvieron a paralizar las negociaciones.
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La guerra ya tiene otro lenguaje
La iglesia luterana promovió un acercamiento entre las partes y la URNG propuso un cese de fuego. El presidente estadunidense William Clinton apoyó el proceso de paz. La Coordinadora Nacional Agropecuaria (CONAGRO) denunció a la guerrilla de extorsión pero la Corte de Constitucionalidad no aceptó los argumentos. MINUGUA exigió a la guerrilla el abandono del impuesto de guerra. En octubre de 1995 una patrulla militar disparó contra pobladores de Xamán, Chisec, Alta Verapaz. Acción considerada un acto aislado que debía ser juzgado y llevó a cambiar a la cúpula castrense.
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Todo es cuestión de tiempo
Las elecciones las ganó Alvaro Enrique Arzú Irigoyen , quien priorizó la paz, removió funcionarios militares y modificó algunos artículos de la Ley Constitutiva del Ejército. Una organización secreta llamada Por la Reivindicación del Ejército (PREGUA) denunció a los políticos de afectar al ejército. El Papa Juan Pablo II arribó al país y en su discurso apoyó el proceso de paz. Arzú se reunió con los guerrilleros por iniciativa de una comunidad religiosa y beneplácito de la ONU. Ahí se propusieron los mecanismos para la reanudación del diálogo.
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Los empresarios respiran
El reinicio de las conversaciones resultó difícil. CACIF planteaba no tocar la propiedad ni avalar expropiaciones. Las organizaciones campesinas invadían tierras como presión. La URNG anunciaba un cese temporal de hostilidades y condicionaba el fin del impuesto de guerra. Tácticamente aceptaba no incluir los temas de reforma agraria y función social de la propiedad. Poco después se firmaba el acuerdo socioeconómico. Lo cierto es que ese acuerdo motivó que se hablara de una cercana paz y la amnistía era ahora el centro del debate.
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Problemas de nuevo cuño aparecen en el horizonte
Otros temas se volvían apremiantes y la inseguridad se convertía en la más relevante. MINUGUA denunció la limpieza social de delincuentes por parte de escuadrones de la muerte. Los linchamientos comenzaron a ser visibles. La debilidad del sistema judicial y de la autoridad eran señaladas como principales factores. A estos se añadieron los secuestros económicos. El gobierno norteamericano señaló una relación entre militares y grupos de delincuencia organizada. La disolución de la Policía Nacional y su sustitución por la Policía Nacional Civil fue vista con esperanza.
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Los halcones heridos
El gobierno norteamericano desclasificó documentos de la CIA, aunque ocultando párrafos sustanciales. Nuevamente PREGUA criticaba a los altos mandos militares y civiles por aceptar la eliminación del fuero militar y la disolución de las PAC. El ejército promovió acciones legales y la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala, (AVEMILGUA) presentó un recurso de inconstitucionalidad. Tales medidas no fueron obstáculo para que en septiembre se firmara un acuerdo sobre el poder civil y la función del Ejército, proponiendo reformas al Congreso, al organismo judicial y a la policía.
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Un impasse absurdo
El optimismo se enfrió cuando en octubre el gobierno suspendió la negociación y sacó a la luz el canje de un guerrillero de ORPA por la señora Olga Alvarado de Novella, secuestrada por esa organización. La URNG tuvo que aceptar la responsabilidad política, aunque negó la delictiva e hizo concesiones sobre la mecánica del diálogo. Entre ellas, aceptó que el dirigente de aquella organización, Gaspar Ilom, no participara en la firma de final de los acuerdos. Las conversaciones se reanudaron pero afectó la imagen de la URNG.
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La paz en avalancha
Los temas faltantes se firmarán en cadena: cese definitivo del fuego, reformas constitucionales y electorales así como la incorporación de la URNG a la legalidad. El Congreso aprobó la Ley de Reconciliación Nacional, la cual amnistiaba a los involucrados en el conflicto. Algunos se opusieron al considerar que se esquivaba el castigo para los violadores de los derechos humanos. El 29 de diciembre de 1996 se firmaba el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, en una ceremonia realizada en el Palacio Nacional y la espera de miles de personas en el Parque Central.
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Paz sí, democracia quién sabe
El temor a la participación de la izquierda en la vida política y la presencia de los indígenas con una política propia mantuvo alerta a algunos militares y a los sectores conservadores. En 1998 la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) presentó el Informe Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, Nunca Más. Dos días después fue asesinado su principal promotor, el obispo
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Una paz desconfiada
En mayo de 1999 un referéndum sobre reformas constitucionales no fue aprobado. Al articulado emanado de los acuerdos se les añadieron otros provenientes de intereses diversos. Las causas del resultado negativo fueron el movimiento conservador, el temor urbano ladino, el oportunismo político y el racismo . Al mes siguiente la CEH presentó el Informe Guatemala, Memoria del Silencio, que dejaba constancia de ese pasado inmediato, con el afán de conocer las violaciones de los derechos humanos y de hacer que la sociedad guatemalteca asumiera responsabilidad hacia el futuro.